lunes, 7 de marzo de 2016

El Pensamiento Nacionalista de Ricardo Rojas

Cuando escribí mi tesis de licenciatura en 1989 todavía no era homo informaticus, por ende la mecanografié para presentarla en la Facultad de Filosofía y Letras. El paso inicial para transformar esas hojas escritas a máquina en un archivo de procesador de texto lo dio Bernardo Illari que se interesó por ella y la escaneó. A partir de ese conjunto de imágenes transcribí la monografía ayudado por un proceso milagroso que se llama OCR. Revisé luego el texto con el criterio de corregir algunos errores sintácticos y tipográficos y actualizar el aparato de referencias y citas pero sin alterar la redacción original. El resultado de tan arduo trabajo es el siguiente texto que pongo a vuestra indulgente consideración.
El Pensamiento Nacionalista de Ricardo Rojas.

martes, 1 de marzo de 2016


Debo a Borges, como tantas cosas, el conocimiento de Muerte y Transfiguración de Martín Fierro. En esa obra, Martínez Estrada, además de analizar en profundidad todos los aspectos involucrados en el poema, promueve una lectura original, en otras muchas cosas, de la relación entre Fierro y Cruz. Ese nuevo enfoque que inspira en Borges un cuento memorable ("Biografía de Isidoro Tadeo Cruz") postula la usurpación de la identidad de Fierro por parte de Cruz. Una partida debe prender a un hombre acusado de varias muertes. El criminal lejos de entregarse, resiste, dejando fuera de combate a muchos soldados, es entonces que el jefe pronuncia la frase decisiva:"¡Cruz no consiente /que se cometa el delito/de matar a un valiente!" Juntos, ahora, ponen en fuga al resto de los soldados. Este pasaje del Poema ha sido leído desde el principio como el encuentro de dos rebeldes. Cruz se ve reflejado en Fierro y descubre de que lado debe ubicarse, convirtiéndose él mismo en un rebelde, iniciando, entonces, una vida juntos. En consonancia con esta visión, también Borges señala como una situación similar la liberación de prisioneros por parte de Don Quijote. Sin embargo Martínez Estrada postula una interpretación inversa: El sargento abandona la partida porque siente que está perdido y prudentemente se pasa al bando vencedor. Culmina así una vida en la que observó una ética miserable. Así se explica que no le moleste que su mujer se entienda con el Comendante, pero proteste porque lo manda a distintos lugares lejanos para deshacerse de él "sin darme ni un cobre". Cuando Cruz fallece, se consuma la sustitución, Fierro deja de ser él y se convierte en el otro. Pero también muere entre los indios el gaucho matrero cuya ciencia es la rebeldía, naciendo el viejo que da consejos ("total no me cuesta nada", Borges dixit) y que necesita justificarse de sus crímenes en un largo pasaje en romance (como si el poeta no hubiera querido manchar las sextinas utilizadas en el resto del Poema, con esa confesión dictada por un abogado leguleyo). Para Martínez Estrada esta degradación del héroe en su contracara (cara-Fierro/cruz-Cruz) está en consonancia con el itinerario político de de Hernández. El rebelde que escribió "El Gaucho Martín Fierro", a cuya cabeza deseaba Sarmiento ponerle precio, devino en el senador provincial que se ha integrado plenamente a la máquina política de Roca, y como miembro de esa entidad defiende contra Alem la federalización de Buenos Aires. Atrás quedaron sus luchas que lo hicieron participar en la revolución jordanista. El alter ego repite a Hernández. Esta lectura me fascinó durante mucho tiempo, fascinación fomentada por Borges a través de los dos cuentos que tienen que ver con el Poema: "El Fin" y el ya citado "Biografía…" También influido por Borges, reprobé la atribución de un carácter épico por parte de Lugones. Sin embargo tal creencia no me impedía escuchar resonancias clásicas en la musa de Hernández. Mis audiciones me llevaban a Aquiles y al acontecimiento que lo hace volver a la lid. En ese sentido la muerte de Cruz podía parangonarse con la de Patroclo. Tiempo después otra revelación me llevó por diverso camino. Lo transité de la mano de Leopoldo Marechal y Leonardo Castellani. Ambos muestran la muerte de Cruz como el renacimiento de Fierro y no como su muerte a manos del impostor. Lo substancial en el Poema, para ambos, es la hazaña que lleva a cabo Fierro cuando llora a Cruz: el rescate de la Cautiva. Tal acto lo redime, pudiendo entonces, volver con los cristianos ya purificado. Marechal enfatiza que la posición de Fierro abrazado a la tierra le permite entrever su proeza. La proximidad con su suelo asegura la energía necesaria para la gesta. Nuevamente me dirijo a la cultura clásica y al mito de Anteo, aquél que podía enfrentar con éxito a Heracles mientras estaba en su tierra, pues cuando caía, al tocar el suelo éste renovaba su fuerza. Si Fierro fuera Cruz, como pretende Martínez Estrada, hubiera hecho oídos sordos a los gritos de la cautiva, pues en realidad era cuestión de indios y en ese territorio regía su ley. Sin embargo arriesga su vida y rescata a la cautiva, obligándose además a regresar con los cristianos. Se redimía y también rompía con el mundo de las tolderías. Ahora podía volver porque había purgado sus pecados. Como si unos hilos invisibles me condujeran en la misma dirección. Leí, recientemente, en la historia de Galasso otra interpretación de la trayectoria política de Hernández. En efecto, la adhesión al PAN de Roca no era una claudicación sino la conducta indicada por sus convicciones. La liga de Gobernadores que lleva al triunfador de Ñaembé (paradójicamente la batalla en la cual son derrotados los jordanistas como Hernández) a la presidencia, encarna el programa político del federalismo provinciano que había liderado y luego traicionado Urquiza. En el debate con Alem, éste representa, según Galasso, la política centralista de Buenos Aires, que llevó hasta sus últimas consecuencia Mitre. Puede pensar el lector que esta última lectura me satisface y que ya tomé partido por ella. Por el contrario puedo presentar ambas posiciones con la misma convicción como, también, refutarlas. En la conferencia "Qué es poesía", Borges presenta un verso de Quevedo: "y su epitafio la sangrienta luna", como uno de los más memorables de la lengua. Hay una emoción en su voz que el texto escrito no puede reflejar. Dice además: Aquí está lo esencial: su ambigüedad. Si para él es una virtud esencial de la poesía, no estoy sorprendido con mi indecisión.

En la década del 80 leí Respiración artificial. No sólo gocé de su lectura sino también me interesé vivamente por la referencia que hace un personaje a la relación de Borges con Arlt y Groussac. Renzi, ese personaje, afirma que Borges a pesar de haber opinado poco laudatoriamente sobre Roberto Arlt públicamente, lo homenajeó escribiendo un cuento que evoca un relato suyo, “El Juguete Rabioso”. En el “Indigno”, así se llama el cuento, un niño admira a un compadrito de barrio, Ferrari. Después de buscar congraciarse con él finalmente gana su confianza y éste le asigna el rol de “campana” en un atraco que planea con unos cómplices. El indigno denuncia a Ferrari a la policía y el oficial que lo atiende se apellida Alt (huelga agregar que la r que falta es la de Roberto). Los finales de ambos relatos son similares hasta en las palabras que pronuncia el denunciante para justificar la traición. También con Groussac, según Renzi, la conducta borgiana es equívoca: escribió muchos elogios para el francés pero una sola diatriba, y ésta críptica. A fin de siglo XIX el autor del Quijote apócrifo aún no había sido identificado. Groussac escribe un artículo en el cual lo atribuye a José Martí (sin relación con su homónimo cubano), un fulano cualquiera, suministrando numerosas pruebas para corroborar su aserto. Pero toda su argumentación se derrumba cuando se descubre que Martí falleció antes de la publicación del verdadero. Si el razonamiento de Groussac fuera cierto, ¡El Quijote apócrifo era el de Cervantes! Para Renzi, Borges refleja a Groussac en su personaje Pierre Menard, quien reescribe el Quijote sin consultar el original, pero llegando a una versión exactamente igual. Menard aprende el castellano del siglo XVII, se ubica en la época de Cervantes y vuelve a escribir un capítulo de la novela que resulta idéntico. Para el autor del artículo (Borges) el texto que en Cervantes corresponde a su época, en Menard es revolucionario. La personalidad de Menard se completa con el detalle de su bibliografía anterior a su obra maestra: Ahí encontramos un libro donde se discute la conveniencia de suprimir en el ajedrez el peón de torre rey, para terminar concluyendo que ese cambio de reglas no será favorable al juego . De las afirmaciones de Renzi la primera es fácilmente comprobable, sólo debemos releer el cuento en cuestión. Y si esto no fuera suficiente, según afirmó Piglia, Borges lo reconoció, pero sólo después de leer Respiración Artificial. Pero la segunda es sumamente problemática y pensé, como lo habrán hecho muchos, que era sólo ficción. Tiempo después, para mi tesis de licenciatura, que versaba sobre el pensamiento nacionalista de Ricardo Rojas, leí todo lo que él publicó. Entre sus obras se encontraba un epistolario y ahí encontré una carta dirigida a Marcelino Menéndez Pidal. En ella leí un párrafo que despejó todas mis dudas: “Ud. con una sola página dio por tierra con volúmenes enteros de prédica anti hispánica” ¡Esa hojita era el acta de defunción de Martí! Recordemos que Groussac le dedicó numerosos brulotes a Ricardo Rojas, entre otras razones por su hispanismo, mereciendo el que le dedicó a la Historia de la Literatura Argentina, ser incluido en El Arte de Injuriar de Borges “Es así cómo, verbigracia, después de oídos con resignación, dos o tres fragmentos en prosa gerundiana de cierto mamotreto públicamente aplaudido por los que apenas lo han abierto, me considero autorizado para no seguir adelante, ateniéndome, por ahora, a los sumarios o índices de aquella copiosa historia de lo que orgánicamente nunca existió. Me refiero especialmente a la primera y más indigesta parte de la mole (ocupa tres tomos de los cuatro): balbuceos de indígenas y mestizos” Por último en Respiración artificial también aparece una relación de Hitler y Kafka, pero eso quizás merezca otras líneas.

La Biblia Gaucha


En uno de tantos viajes en tren  me sorprendí con la estrategia de un vendedor ambulante para imponer su mercadería. Un particular interés  revestía esa venta pues el objeto ofrecido era el libro Martín Fierro. Su mensaje publicitario era brevísimo: “El Martín Fierro: La Biblia Gaucha”. Tal conducta lacónica es infrecuente. Todos sus productos tienen para los vendedores ambulantes muchas virtudes y por ello son presentados con enumeraciones tediosas: si es una guia de calles se afirma que se encuentran en ella, avenidas, calles, pasajes, plazas, plazoletas, sucursales de correo, bancos, etc. Si es un diccionario, adjetivos, sustantivos, adverbios, parónimos, antónimos, etc. Acá no: La Biblia Gaucha.
Al llegar a la estación terminal bajamos el vendedor y yo. Me fui acercando para aconsejarle, en un rapto de soberbia, un mensaje que aumentaría sus ventas, aumento que por otra parte deseaba. Imaginé plantearle que voceara el libro como la lucha de un gaucho contra la injusticia o algo parecido. El lector habrá adivinado ya, que no me atreví a tamaño despropósito.
Sin embargo hasta hace muy poco seguí pensando que el admirado Poema era cualquier cosa menos la Biblia Gaucha. Digo hasta hace poco porque el envío a un amigo de una grabación del Poema recitado y cantado me llevó a escucharlo nuevamente. Encontré, como siempre, algo nuevo y notablemente actual. En el canto donde Picardía cuenta la diatriba que le dedica el Comendante y la consiguiente averiguación sobre la identidad de su padre dice: Yo juré tener enmienda/ y lo conseguí de veras;/ puedo decir ande quiera/ que, si faltas he tenido,/ de todas me he corregido/ dende que supe quién era.              
El tan cercano hallazgo del nieto de Estela de Carlotto otorga una dimensión extraordinaria al pasaje. El dende que supe quien era se abisma no sólo en la cuestión de la identidad  sino también en el de la entidad. Pues sin identidad no era, no podía ser un hombre en plenitud y así luchar contra una sociedad injusta al igual que su padre. Carente de entidad participó de todas las inequidades que fomentaba esa sociedad: timaba con el juego a incautos y en colaboración con la Bruja se enriquecía robando las raciones de los soldados. Es decir participa de la moral de la oligarquía que oprime a Fierro, Cruz y sus hijos, moral que para Carlos Astrada es la del viejo Vizcacha.
Entonces: Tuve por fin una luz/ y supe con alegría/ que era el autor de mis días/ el guapo sargento Cruz. Su vida necesariamente cambia al adquirir una identidad, pues Picardía era el nombre de su vicio, obligándolo ahora a adoptar una ética, él, que al no tener ninguna fue arrastrado por la de Vizcacha. Ese era el mandato de su padre cuando …al morir me bendijo El que sabe ser güen hijo/ a los suyos se parece.
Hay una divisoria de aguas en ese descubrimiento, entablándose así una vívida relación con el presente. Los nietos recuperan su identidad gracias a la lucha de aquellas que, como Fierro, no aceptaron la injusticia de esa sociedad. Picardía, sin embargo, comprende dolorosamente que el mal nombre no se borra. A pesar de su redención, comparable a la de Fierro liberando a la Cautiva (Leopoldo Marechal dixit), hay una huella imborrable. Él, Fierro y sus hijos no pudieron torcer su destino y: Convinieron entre todos / en mudar allí de nombre. 
Fierro, sus hijos y el de Cruz son readmitidos en una sociedad que los había marginado, pero a condición de ser otros. Y en el caso de Picardía renunciando a una identidad recientemente adquirida. Por un breve tiempo él recupera entidad para luego perderla junto con sus compañeros de infortunio. El lector ya está recordando la declaración de Videla: No tiene entidad, no está. Verdaderamente todos dejan de ser.
La Argentina del siglo XXI se diferencia de la de 1880, no es novedad. En la década de 1970 la dictadura cívico-militar despojó de entidad a aquellos que se oponían a sus propósitos, confesándolo sin ambages en esa célebre conferencia de prensa el mismo dictador. Pero además, extienden esa infamia a sus hijos. Un siglo antes Fierro y Cruz sufrieron el mismo tormento. Pero los Desaparecidos de esa dictadura atroz recuperaron su entidad y sus hijos su identidad. Esta operación de memoria que protagonizó toda la sociedad es irreversible.
El Martín Fierro es un libro que según Borges puede ser todo para todos. Por ello podemos encontrar en él pasajes que Iluminan y revelan la realidad profunda de la Argentinidad. Así, considerando en un sentido más amplio la palabra gaucha, polemizaremos muy poco con el vendedor ambulante, si la llamamos la Biblia Argentina.

El Pensamiento Nacionalista de Ricardo Rojas

Así se llama mi tesis de licenciatura en historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Estoy trabajando en la transcripción y corrección del texto para publicarlo próximamente.